Las almas compañeras

 Hay almas que no llegan para revolucionarlo todo, sino para caminar a nuestro lado. No vienen con fuegos artificiales ni promesas eternas, pero su presencia es como una mano cálida en medio del invierno.

Las almas compañeras aparecen en momentos clave del viaje. Pueden ser amigos, familiares, maestros, o incluso personas que conocemos por poco tiempo… pero en su mirada reconocemos algo familiar, algo que calma.

Estas almas no nos exigen cambiar, pero su compañía nos transforma. Nos escuchan cuando nadie más entiende, nos sostienen cuando nos tambaleamos, nos celebran cuando florecemos. Y a veces, sin decir nada, nos devuelven el coraje solo con estar ahí.

No siempre se quedan toda la vida. Algunas solo comparten una estación con nosotros, pero lo hacen con tanta verdad que su paso se vuelve eterno en nuestro recuerdo.

Las almas compañeras no te salvan, pero te recuerdan que no estás solo. Son faros humildes que iluminan sin querer, y que, con su sola presencia, ya están sanando.

Losang Tsugtor

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